Uno de los momentos más especiales de mi
vida personal y profesional fue entrevistar en 2002 a Pablo Ibar, el español
condenado a muerte en Florida acusado del asesinato de tres personas en 1994.
En
lo profesional, fue muy complicado ‘pelear’ con las autoridades carcelarias de
EEUU para conseguir un permiso para entrar en el corredor de la muerte; en lo
personal, indescriptible la atmosfera que rodea una entrevista a alguien
vestido con un mono naranja e inmovilizado con cadenas.
Pero hablamos el doble
de la hora estipulada en el compromiso que tuve que firmar y que fue (increíblemente)
prolongado al doble por mi afición al country compartida con el subdirector de la
Prisión Estatal de Florida en Raiford. Lo recuerdo ahora por la inmensa alegría
que me llevé al saber que el Tribunal Supremo de Florida ha ordenado que se celebre
un nuevo juicio después de los recursos presentados por la defensa de Pablo que
siempre negó su implicación en el triple crimen.
Me alegro por Tania, su mujer,
con la que se casó en la cárcel; por Cándido, su padre y hermano del
inolvidable boxeador vasco ‘Urtain’; por Michael, su hermano pequeño; y por
todos a los que conocí y le han apoyado incondicionalmente. Además de creer en
su inocencia, no creo que la muerte sea un método para aplicar la justicia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario